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En Europa no se imprime papel moneda hasta el siglo XVII, concretamente el año 1661. En este año el Banco de Estocolmo (el primer banco central del mundo, fundado por Johan Palmstruch) de Suecia imprimió unos "recibos" para los que depositaban oro u otros metales en dicha institución. Desde entonces el uso de billetes no ha hecho más que expandirse. Por ejemplo a España llegaron en 1780, durante el reinado de Carlos III y su uso se popularizó rápidamente.
Se tomó como referencia el patrón oro, fijando el cambio de papel moneda por unas cantidades establecidas y fijas de oro entre los siglos XVII y XIX (por lo que se acabaron con las monedas de oro, pues era más valioso el material que el propio valor de la moneda). De hecho, el patrón oro estaba adoptado por casi todos los países por el comienzo del siglo XX.
Tras la Segunda Guerra Mundial y la conferencia de Bretton Woods, la mayoría de países tomaron como referencia el dolar americano. La emisión de moneda estuvo respaldada por determinada cantidad de oro hasta la década de 1970 (en 1971 EEUU suspendió la convertibilidad de billetes a oro). Tras esto, muchos países dejaron de tomar el dolar como referencia y la mayoría de las monedas del mundo quedaron sin respaldo excepto por el mandato legal de los gobiernos y la capacidad de convertir el dinero en bienes a través del pago (según los defensores de la teoría monetaria moderna, el dinero fiduciario también está respaldado por impuestos; al imponer impuestos, los Estados crean demanda para la moneda que emiten).
A día de hoy, el uso tanto de moneda como de billetes disminuye debido a la implementación de otras herramientas de pago como tarjetas de crédito o cheques y la creación de monedas virtuales (como el bitcoin).

